¨Lo único que puedo decirles a ustedes es que si me hacen una pregunta y no sé la respuesta, les diré directamente que no sé la respuesta, pero también buscaré la forma de encontrarla, y cuando la tenga, se la daré. ¨

domingo, 16 de enero de 2011

Muy Mío.


Hace mucho tiempo conocí a un payaso, pero no era un payaso cualquiera, era muy peculiar. Mío me abordó ¨de golpe y porrazo¨ en uno de mis muchos viajes a los mundos perdidos de Tamo, o coloquialmente, a las musarañas. Desde el primer momento en que lo ví supe que no sería de los de-de-largo, no me pregunten por qué, ni yo me lo explico. Vestía de amarillo, más tarde me explicó que lo hacía porque no creía en toda esa pamplina de la mala suerte en los escenarios y demases tópicos. Decía que la gente necesitaba inventar este tipo de cacharros para esconderse trás algo. Y hablando de esconderse me hablo del miedo, de ese paralizante, excluyente, y determinante que le afecta a algunas personas como si de algo terminal se tratase. Me dijo que él no tenía miedo a nada, solo al miedo de los miedos de los demás. Bueno de los demás no, de los que quiere. Muy bajito y al oído añadió algo de su nariz pero no conseguí escucharlo bien. Ah! que no os he hablado de su nariz! La cubría una gran bola roja de payaso. Con el tiempo descubrí que Mío adoraba los besos con la nariz, eran sus preferidos, su caricia más sugerente, su con-tacto más sentimiento. En una tarde tumbada de Domingo y de fondo ¨estadio azteca¨ apretándome y dándome un trocito de su vida me confesó que esa bola roja no era más que una funda sujetando su ahora tambaleante nariz. Estaba rota. Me horroricé al pensar que le habían privado de su arma más valiosa, de sus instantes más sentidos. Mío intentó tranquilizarme pero no consiguió colarme lo de su falsa sonrisa, porque yo le conozco muy bien. Esque Mío lleva una sonrisa dibujada y la verdad esque la gente ni se entera, pasan de cerca, de lejos... de largo con tantas cosas en la cabeza que no tienen tiempo siquiera para ese (in)signicante detalle, claro. Aunque a Mío le gusta que esto sea así porque él es muy reservado. No se crean que torció su nariz por incosciente, él no dá muchos besos de esos, más bien todo lo contrario. Incluso a veces, entre botellas vacías cambia su nariz roja por una amarilla, y sonríe. En ocasiones se le dibujan dos lagrimones en sus mejillas coloradas cuando se tropieza con sus grandes botas de payaso. Yo siempre le digo que se compre unas de su número, pero él insiste en que Las Caídas son importantes por sus hermanas Las Levantadas, asique yo chitón.


El otro día volví a las musarañas y lo ví. Llevabamos un tiempo sin compartir y empezaba a echar de menos las flores de plástico de su sombrero. Nos acercamos y sin entonar palabra (Mío es la leche!) me confesó que moría de ganas por quitarse la funda roja, que no le dejaba respirar...
yo le regalé una verde con agujeritos.



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