¨Lo único que puedo decirles a ustedes es que si me hacen una pregunta y no sé la respuesta, les diré directamente que no sé la respuesta, pero también buscaré la forma de encontrarla, y cuando la tenga, se la daré. ¨

jueves, 30 de septiembre de 2010

Hablemos de baloncesto.


Todavía no he tocado este tema por aquí, que aunque hoy no sea más que un hobby, durante años constituyo una parte muy importante de mi vida; un estilo de vida. Y no sé si será por lo bien que me lo pasé en la última cena, o porque el video de despedida de KK (que os adjunto abajo) me ha tocado la fibra sensible, y me ha demostrado, una vez más, que el baloncesto se acabó, pero nos dejó algo muy importante.
Empecé a jugar en teresianas con 8 años. Nunca fui niña de vestidito rosa y repelía cada clase de gimnasia rítmica. Con motivo insistente de mis padres por practicar algún deporte, me inicié en el tenis, pero lo de estar media clase recogiendo pelotas no era lo mío... asique decidí adentrarme en lo que continué durante 9 años.
Los 4 primeros se limitaron a dos horas de distracción entre semana, envueltas en bufanda y manoplas por el frío patio del colegio, junto a un partido los Sábados por la mañana que ponía la nota de sudor al fin de semana. Supongo, que cuando realmente empecé a implicarme en todo esto fue al entrar en halcón. Mi primer recuerdo fue la gran sonrisa dibujada en Auri al escucharme hablar y obtener una compañera de ¨ceceo¨. Y aunque el primer día tuve un agradable recibimiento, no fue fácil para la niña tímida del ¨lo ciento¨, deportivas de atletismo, y pantalones tenistas de cuadritos agarrarse al tren en el que muchas llevaban años. Pero el tiempo fue pasando y aprendí a ser más yo, o mejor dicho, a demostrarlo. Las salidas se iban convirtiendo en verdaderas aventuras deportivas bañadas en risas y buen rollo, los intersectores y campeonatos marcaban un esfuerzo y recompensa siendo así mucho más intensos que cualquier viaje de mero ocio, y las meriendas en el Mc Donald empezaban a dividirse entre ¨las del cole¨, y ¨las de halcón¨.
El baloncesto[como cualquier deporte en equipo] a nivel personal me ha aportado pppfff...demasiado. En la época crítica adolescente yo iba por ese camino, acompañada de gente que también lo había escogido. Los campamentos de verano los compaginaba con los campus, y cuando tenía que elegir me quedaba con los segundos. Las tardes de Domingo, eran tardes en la Alamediya con una gran bolsa de pipas animando a un nomasificado Halcón Viajes. Y a día de hoy me deja grandes y conservadas amistades.
A nivel deportivo, los primeros años no fueron nada gratificantes, conocía a la perfección cada imperfección del banquillo. Fue exactamente el último en el que un cambio de entrenador, me sitúo como parte muy importante del equipo. Y jugar una fase de ascenso de titular fue una agradable despedida.
A los 17 se acabaron las ganas, se gastó la ilusión, y sin consultarselo a nadie, el segundo día de pretemporada decidí dejarlo.Estuve 4 años sin tocar un balón más que para tres partidos del rector por curso. Pero en tercero de carrera volvió a picarme el bichito, y no fue hasta cuarto cuando decidí retomarlo. Una vez jugada la primera pachanga con el añover, se ha vuelto a desatar mi pasión por este deporte e intento asistir u organizar todas las que puedo (menos de las que me gustaría). Enorme acierto colarme en esta banda, siempre desde el cariño, y enormemente bien me he sentido desde el primer día.

Hace años mi padre cambió el carnet de socio de la UDS por el de PERFUMERÍAS AVENIDA, y mi madre se aficionó a un deporte; a día de hoy son más forofos que yo... Mi hermana chupo frío en usera de bebé como espectadora y hace cuatro temporadas que lo hace como jugadora... Y el otro día cenando en casa el puff-team y viendo fotos ¨lo que daría por volver a esos años¨ era un comentario general...
¡Hagan deporte!



jueves, 9 de septiembre de 2010

09-09-2010.

Apaga y vámonos:

Cuando la reflexión íntima hace posible encontrarnos de frente con nuestras más solventes soledades, es fácil llegar a la conclusión de que demasiados actos de la vida son episodios de un permanente culebrón sobreactuado.
Demasiadas veces la convivencia y sus consecuencias nos convierten en diminutos actrices o actores, hámsters girando sobre una rueda sin fin, enjaulados por relaciones que lo único que aportan es más aceite para que esa rueda nos fuerce, con más agilidad y perversión, a insistir en la permanente fatiga del avance hacia la nada.
La mejor puerta de salida de esa jaula es la indiferencia, esa actitud que toma su mayor fuerza y dignidad cuando brota desde la indignación.
La indiferencia es el "apaga y vámonos" de la convivencia, el amianto que nos protege de los fuegos con los que otros quieren asar y condimentar nuestros sentimientos y de venires. Porque el amor y el odio, aunque sea desde extremos bien opuestos, siempre aproximan; porque lo único que definitivamente separa es la indiferencia.
Luchar contra lo que no interesa es una opción muy personal. Pero la lucha muchas veces provoca la contrarréplica, el uno frente al otro: la rueda de las malditas historias interminables.
La indiferencia es envolverse de la suficiente indignación para irse sin ruido, recuentos ni historia. Es el adiós de boca cerrada, aquella en la que, como dice el dicho popular, no entran moscas


Ángela Becerra.

jueves, 2 de septiembre de 2010

HOY

"Hoy es uno de esos días
en que uno sólo espera que alguien le diga algo bonito
algo que le saque de sus decepciones circulares
de una historia de amor pasada de rosca
o de la inquietud de esperar sentado
un cambio de viento.

Porque la mayoría de las cosas que terminan
no te dejan cesantía
y a veces resulta agotador
tratar de ser tan fuerte
y saber las pocas probabilidades
de que este jueves nos deje
un final de cine entre las sábanas.

Uno de esos días en que
uno tiene ganas de cambiar de domicilio
para instalarse en un presente más amable
porque a veces la vida es injusta
y te secuestra un invierno áspero
y el porvenir es sólo un niño mal vestido
al que hace falta sólo un gesto para cambiar de traje,
justo ese gesto
que hoy soy incapaz de encontrar."

Marwan.


Hoy es uno de esos días
en los que te identifican tanto unas palabras
que llorarías por compartirlas a media noche,
para ahuyentar este oscuro otoño,
esta incipiente sensación,
arrancar la nostalgia sostenida.

Uno de esos días en los que
te abandonas sobre tu cama,
cierras los ojos,
aprietas los puños con fuerza
y rezas lo poco que sabes
para que amanezca un Viernes despejado
y que llegue ese ago bonito
y que llegue ese cine
aunque a ti solo te haga falta un gesto...