¨Lo único que puedo decirles a ustedes es que si me hacen una pregunta y no sé la respuesta, les diré directamente que no sé la respuesta, pero también buscaré la forma de encontrarla, y cuando la tenga, se la daré. ¨

lunes, 30 de agosto de 2010

Y me miraste asustada.

Jugando a ser equilibristas nos torcimos más de un tobillo. Yo intenté bajarme en varias ocasiones, tú me mirabas vacilante y desafiabas la altura a la que estaba, estabamos suspendidos.

Mientras mis piernas se hacían más cortas y patosas, tu flexibilidad aumentaba hasta creer ver como tocabas con un pie el suelo y con la punta del dedo gordo del otro, nuestra cuerda de ensayo. Porque no fue más que eso, un ensayo, atreviéndome a pluralizar la palabra aprendiz.

Y entre aprendices y no, aprendí a hacer nudos marineros. Nudos fuertes, que no seguros, por los que me mantuve en ese espejismo de altura durante más tiempo que personas profesionales en el arte del equilibrio. Aprendí a manipularla, nunca tanto ni de las misma forma que tú. O quizá aprendí a zamparme el miedo a esas cicatrices internas que hoy trazan mi bandera, por valiente, inoportuna valiente.

Y no sé como fue que entre tu larga, descuidada, y cambiada uña; y mi fatiga que se hizo crónica, hoy me encuentro aquí, sentadita en el suelo, con los pies bien apoyados, que como dicen, es la única manera de tocar el cielo.



Y es que ¨Nada pesa tanto como el corazón cuando está cansado¨




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